Ante una madre que llora, un amor que espera y un amigo acongojado, fue realmente sensible, recibir la llamada de un joven policía, que ante la impotencia de no poder levantar su voz de indignación, porque sencillamente no ejerce un cargo de alto mando, y así como él, otros suboficiales tienen el mismo temor cuando algún fatídico hecho se suscita al interno de nuestra “gloriosa policía”.
Con la voz temblorosa, me dijo: falleció mi compañero, mi amigo, mi promoción de la Escuela de Policía, en el enfrentamiento registrado en la laguna San Lorenzo de Barro Negro (Otuzco). Como es sabido, en este acontecimiento suscitado apenas unos días atrás en nuestra región liberteña, se enfrentaron ronderos y comuneros contra un grupo de policías en donde tres efectivos cayeron a la helada laguna y solo uno, con síntomas de hipotermia, logró salir nadando. Los otros dos, entre ellos su promoción de policía, se ahogaron.
La indignación de este joven policía se debe a que se envió a efectivos carentes de experiencia y sobre todo sin portar armas de fuego, porque al parecer se les prohíbe, a excepción de bombas lacrimógenas; y bueno, solo el jefe que habría portado un arma de fuego.
Con personal más experimentado y portando armas no se refiere a que los policías hubiesen tenido que realizar una matanza, sino más bien, se hubiese podido ahuyentar con disparos al aire, a los comuneros que por cierto superaban en número a los policías.
El prohibir que en este tipo de manifestaciones los efectivos porten arma de fuego es un tema que debe analizarse más a profundidad, pues ya se pudo observar que nuestros policías fueron el blanco fácil y no pudieron hacer valer su Principio de Legítima Defensa. Además que según se percibe en los videos hasta se podría hablar que fueron víctimas de delitos como tortura, secuestro y lesiones.
No estoy a favor de la policía ni a favor de los comuneros porque al final de cuentas ambas partes han participado de este hecho. Sin embargo, resulta preocupante que observar que cada día se va perdiendo el respeto a las fuerzas del orden, a la autoridad, a los mismos padres y ello, obviamente, está mal. Está mal si se actúa de esta manera como lo han hecho en esta oportunidad los comuneros, porque todo el mundo va a hacer lo que se le viene en gana, se va a perder el respeto y va a dar paso a una sociedad en caos y descontrol.
Definitivamente tiene que verse a los responsables. Escuchaba a una señora decir que las autoridades comunales habrían condicionado y convencido al resto de pobladores para que asistan, y aquel que no apoye no tendría derecho al servicio de agua potable. De comprobarse este hecho, las autoridades comunales podrían ser consideradas en temas de Derecho Penal como instigadores.
Llámenos a todos a la reflexión. Preguntémonos, a fin de que esto no se repita: ¿dónde estuvieron las autoridades distritales, provinciales y regionales?, ¿dónde quedó el tema de la consulta previa?, ¿Por qué en algunos casos un efectivo policial tiene que comprar su propia arma para el ejercicio de sus funciones y no se las provee el Gobierno?.
A veces, señores, nosotros también somos culpables por omisión; las autoridades por la inacción de atender, escuchar y solucionar los problemas de la gente de los pueblos profundos; y nuestra población por pecar de ignorancia. En este enfrentamiento no fallecieron dos policías, no fallecieron dos “héroes”; fallecieron, dos hijos, amigos, peruanos y sobre todo, seres humanos.
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